Cuaderno de viaje
Es un relato en donde el autor anota las impresiones sobre lo visto en un viaje.
Los datos deben ser objetivos, en cuanto a la geografia e historia del lugar visitado.
Guatemala 2009 17 06 2009
Primer día
Hemos salido de Las Palmas de madrugada. Casi sin enterarnos y en un avión repleto, para mi sorpresa. El reloj marca las 6 cuando aterrizamos en Madrid. Recogemos las maletas y las facturamos para Guatemala. Taxi y a casa de Jordán. Allí aprovechamos para descansar un rato, en una casa que me trae muchos recuerdos. Al rato salimos, desayunamos y de vuelta al aeropuerto. Siguiente destino: México. Después de 12 larguísimas horas llegamos al aeropuerto Juarez, en Distrito Federal. Pensaba que me encontraría a mucha gente con máscaras y controles en todos lados. Nada de alarmas y nadie con mascarilla. El vuelo ha sido un tute, pero la emoción me mantiene activo. Unas horas de espera, con retraso incluído, y salimos hacia Ciudad de Guatemala. El avión no va muy lleno, así que aprovecho para tumbarme en tres asientos y dormir un poco antes llegar.
Me despierto aturdido por las turbulencias. Parece que estamos atravesando una tormenta. Al poco rato iniciamos el descenso y veo la ciudad iluminada. El aeropuerto está justo en medio. Sorprende aterrizar tan cerca de las casas, pero en unos minutos estamos fuera. Han abierto la maleta de Tony, pero no falta nada. La mía parece intácta. A la puerta nos esperan Jaime, Michelle y Nicola. Tanto Jaime como Nicola trabajan en un proyecto sobre pesca artesanal. Michelle trabaja en el CEMA, un centro que se dedica a temas de pesca. Los tres son amigos de Carlo Salvinelli, quien lleva sobre el terreno los proyectos que venimos a grabar. Desde el coche de Michelle contemplamos la ciudad a nuestro paso.
En unos pocos minutos llegamos a una residencia de estudiantes, donde pasaremos nuestra primera noche. El sitio está casi desierto, y nos acostamos sin mucha demora. Hemos quedado a las 7 para salir hacia Puerto Barrios, en la costa atlántica, y reunirnos con Carlo. Abro mi maleta y aparece una mochila que no es mía. No me falta nada, pero creo que en el registro de maletas me abrieron la mía y cuando volvieron a meter las cosas me añadieron una mochila de una tal Sonia (pone en la mochila). No tiene información de contacto, así que me quedo con la mochila, que por otra parte, está bastante bien.
Segundo día
Nos despertamos y esperamos, pero el coche que tenía que venir a buscarnos nunca llega. Conseguimos hablar con Carlo y tras un buen rato un coche del CEMA viene a buscarnos. Nos llevan hacia la Universidad de San Carlos, donde tienen su sede. Allí conocemos a algunos de sus miembros. Conocen a Matías, el director de los proyectos por los que venimos, y se muestran amables. Al parecer la Universidad de San Carlos finalmente no nos ha proporcionado el transporte que en un principio parecía dispuesto a dar. Finalmente será el CEMA quien colabore y nos permita salir hacia Puerto Barrios. A media mañana conseguimos finalmente arrancar. Son 6 horas de viaje, que no suponen mucho incómodidad. Nos lleva Ricardo, un amable profesor que trabaja para el CEMA, dando clases, haciendo papeleo o ayudando en situaciones como la nuestra. A nuestro paso contemplamos un país verde sorprendentemente deforestado. Casi puedes ver el antiguo bosque ahora convertido en pasto para ganado o campos de maíz. Quizás porque vamos por la carretera principal veamos zonas muy afectadas, no lo sé, pero me imaginaba aún más vegetación.
Finalmente llegamos a Puerto Barrios, y nos dirigimos a la sede de Fundary, una fundación de protección medioambiental que tiene bajo su administración la zona de Punta de Manabique, donde se situa el primer proyecto que venimos a grabar. Consiste en la construcción de un centro de acopio para la producción de frío en la pesca. Una organización de mujeres, Centromar, lleva el centro apoyado por diversos proyectos de cooperación, entre los que se encuentra el de Matías. Ellos se han encargado de aportar energía renovable al centro mediante paneles solares y un pequeño molino, entre otras cosas. Finalmente nos encontramos con Carlo y salimos en lancha hacia la comunidad de San Francisco del Mar, en Punta Manabique. Son dos horas de trayecto en lancha. La primera parte, dentro de la bahía de Puerto Barrios, resulta un suave paseo, pero en cuanto giramos y abandonamos la bahía las olas empiezan a hacer el camino un poco menos agradable. Al poco paramos en un centro de Fundary para recoger unos colchones; en unos pocos minutos la carga está en la lancha. El final resulta una machacada para mis riñones y mi culo. Al llegar empujamos la lancha hacia un pequeño canal que se forma entre la playa y la tierra. Una vez dentro los zancudos (mosquitos) hacen su aparición. Nunca pensé que tantos asquerosos mosquitos pudieran picarme a la vez, impresionante. Seguimos la marcha mientras intentamos en vano deshacernos de tan desagradable compañía, hasta que finalmente tocamos tierra. Nos han dejado a una buena distancia del centro de acopio, por lo que cargamos los bártulos y llevamos todo hasta nuestro nuevo hogar.
Dormimos en el centro de acopio, en unos colchones, pero antes podemos disfrutar de unos huevos con frijoles, queso y banana frita que nos preparan justo en la casa de al lado, a unos pocos metros. Tienen una televisión que colocan fuera y una serie de bancos y hamacas para disfrutar de la emisión. Con nosotros viaja Blanca y otro chico de Fundary y Jose Luis, que trabaja en una empresa contratada para el mantenimiento de las instalaciones energéticas. El calor es brutal, y pasamos la noche como podemos
Primer día
Hemos salido de Las Palmas de madrugada. Casi sin enterarnos y en un avión repleto, para mi sorpresa. El reloj marca las 6 cuando aterrizamos en Madrid. Recogemos las maletas y las facturamos para Guatemala. Taxi y a casa de Jordán. Allí aprovechamos para descansar un rato, en una casa que me trae muchos recuerdos. Al rato salimos, desayunamos y de vuelta al aeropuerto. Siguiente destino: México. Después de 12 larguísimas horas llegamos al aeropuerto Juarez, en Distrito Federal. Pensaba que me encontraría a mucha gente con máscaras y controles en todos lados. Nada de alarmas y nadie con mascarilla. El vuelo ha sido un tute, pero la emoción me mantiene activo. Unas horas de espera, con retraso incluído, y salimos hacia Ciudad de Guatemala. El avión no va muy lleno, así que aprovecho para tumbarme en tres asientos y dormir un poco antes llegar.
Me despierto aturdido por las turbulencias. Parece que estamos atravesando una tormenta. Al poco rato iniciamos el descenso y veo la ciudad iluminada. El aeropuerto está justo en medio. Sorprende aterrizar tan cerca de las casas, pero en unos minutos estamos fuera. Han abierto la maleta de Tony, pero no falta nada. La mía parece intácta. A la puerta nos esperan Jaime, Michelle y Nicola. Tanto Jaime como Nicola trabajan en un proyecto sobre pesca artesanal. Michelle trabaja en el CEMA, un centro que se dedica a temas de pesca. Los tres son amigos de Carlo Salvinelli, quien lleva sobre el terreno los proyectos que venimos a grabar. Desde el coche de Michelle contemplamos la ciudad a nuestro paso.
En unos pocos minutos llegamos a una residencia de estudiantes, donde pasaremos nuestra primera noche. El sitio está casi desierto, y nos acostamos sin mucha demora. Hemos quedado a las 7 para salir hacia Puerto Barrios, en la costa atlántica, y reunirnos con Carlo. Abro mi maleta y aparece una mochila que no es mía. No me falta nada, pero creo que en el registro de maletas me abrieron la mía y cuando volvieron a meter las cosas me añadieron una mochila de una tal Sonia (pone en la mochila). No tiene información de contacto, así que me quedo con la mochila, que por otra parte, está bastante bien.
Segundo día
Nos despertamos y esperamos, pero el coche que tenía que venir a buscarnos nunca llega. Conseguimos hablar con Carlo y tras un buen rato un coche del CEMA viene a buscarnos. Nos llevan hacia la Universidad de San Carlos, donde tienen su sede. Allí conocemos a algunos de sus miembros. Conocen a Matías, el director de los proyectos por los que venimos, y se muestran amables. Al parecer la Universidad de San Carlos finalmente no nos ha proporcionado el transporte que en un principio parecía dispuesto a dar. Finalmente será el CEMA quien colabore y nos permita salir hacia Puerto Barrios. A media mañana conseguimos finalmente arrancar. Son 6 horas de viaje, que no suponen mucho incómodidad. Nos lleva Ricardo, un amable profesor que trabaja para el CEMA, dando clases, haciendo papeleo o ayudando en situaciones como la nuestra. A nuestro paso contemplamos un país verde sorprendentemente deforestado. Casi puedes ver el antiguo bosque ahora convertido en pasto para ganado o campos de maíz. Quizás porque vamos por la carretera principal veamos zonas muy afectadas, no lo sé, pero me imaginaba aún más vegetación.
Finalmente llegamos a Puerto Barrios, y nos dirigimos a la sede de Fundary, una fundación de protección medioambiental que tiene bajo su administración la zona de Punta de Manabique, donde se situa el primer proyecto que venimos a grabar. Consiste en la construcción de un centro de acopio para la producción de frío en la pesca. Una organización de mujeres, Centromar, lleva el centro apoyado por diversos proyectos de cooperación, entre los que se encuentra el de Matías. Ellos se han encargado de aportar energía renovable al centro mediante paneles solares y un pequeño molino, entre otras cosas. Finalmente nos encontramos con Carlo y salimos en lancha hacia la comunidad de San Francisco del Mar, en Punta Manabique. Son dos horas de trayecto en lancha. La primera parte, dentro de la bahía de Puerto Barrios, resulta un suave paseo, pero en cuanto giramos y abandonamos la bahía las olas empiezan a hacer el camino un poco menos agradable. Al poco paramos en un centro de Fundary para recoger unos colchones; en unos pocos minutos la carga está en la lancha. El final resulta una machacada para mis riñones y mi culo. Al llegar empujamos la lancha hacia un pequeño canal que se forma entre la playa y la tierra. Una vez dentro los zancudos (mosquitos) hacen su aparición. Nunca pensé que tantos asquerosos mosquitos pudieran picarme a la vez, impresionante. Seguimos la marcha mientras intentamos en vano deshacernos de tan desagradable compañía, hasta que finalmente tocamos tierra. Nos han dejado a una buena distancia del centro de acopio, por lo que cargamos los bártulos y llevamos todo hasta nuestro nuevo hogar.
Dormimos en el centro de acopio, en unos colchones, pero antes podemos disfrutar de unos huevos con frijoles, queso y banana frita que nos preparan justo en la casa de al lado, a unos pocos metros. Tienen una televisión que colocan fuera y una serie de bancos y hamacas para disfrutar de la emisión. Con nosotros viaja Blanca y otro chico de Fundary y Jose Luis, que trabaja en una empresa contratada para el mantenimiento de las instalaciones energéticas. El calor es brutal, y pasamos la noche como podemos